jueves, 12 de marzo de 2015

FREDERICK S. PERLIS


Fritz Perls da un nuevo rumbo a la psicología humana en la terapia Gestalt (significa totalidad en un sentido simplista). Pensaba que la vida era una gran Gestalt, que ésta es algo que pertenece y se encuentra en la naturaleza, que siempre se encuentra en movimiento, que el organismo tiene la capacidad de autorregularse obedeciendo a una Gestalt. Un proceso completo de una Gestalt se inicia con una necesidad, sigue con la toma de conciencia de ella (awareness), prosigue con una excitación, luego con el reposo y finalmente con el surgimiento de una nueva necesidad.
El proceso se inicia con un desajuste interno en el organismo, para reconocer es necesario ir hacia adentro, procesarlo e identificarlo. Al reconocer se presenta una excitación que se procesa en emociones. Al incrementarse la necesidad, el organismo se mueve buscando cubrir la necesidad, después del contacto viene el reposo, y se da la pauta para una nueva Gestalt. En las etapas se pueden presentar bloqueos, superarlos es la finalidad de la terapia Gestalt.
Según la Gestalt, el ser humano ha vivido cumpliendo las expectativas, deseos y mandatos de otros, haciendo así una Gestalt incompleta. La neurosis sería un síntoma de maduración incompleta, provocada por huecos en la vida y la experiencia; la persona sana se apartaría más de sus conceptos y prejuicios, confiaría más en los sentidos que integran su experiencia, la cual se da siempre en el aquí y el ahora.

“REGLAS” DE LA GESTALT
El objetivo principal de la Terapia Gestáltica es lograr que las personas se desenmascaren frente a los demás, y para conseguirlo tienen que arriesgarse a compartir sobre sí mismos; que experimenten lo presente, tanto en la fantasía como en la realidad, en base a actividades y experimentos vivenciales. El trabajo se especializa en explorar el territorio afectivo más que el de las intelectualizaciones (ZIM). Se pretende que los participantes tomen conciencia de su cuerpo y de cada uno de sus sentidos.

Algunas de estas reglas pueden ser aplicadas como pautas para la terapia individual; sin embargo, su empleo principal se da en la terapia de grupo, en los grupos de encuentro.
Las principales reglas son las siguientes:

El principio del ahora: Este es uno de los principios más vigorosos y más fecundos de la TG. Con el fin de fomentar la conciencia del ahora, y facilitar así el darse cuenta, sugerimos a la gente que comunique sus experiencias en tiempo presente. La forma más efectiva de reintegrar a la personalidad las experiencias pasadas es traerlas al presente, actualizarlas. Hacer que el sujeto se sitúe allí en fantasía y que haga de cuenta que lo pasado está ocurriendo ahora. Para ello hacemos preguntas como las siguientes: ¿De qué tienes conciencia en este momento? ¿De qué te das cuenta ahora? ¿A qué le tienes miedo ahora? ¿Qué estás evitando actualmente? ¿Cómo te sientes en este momento? ¿Qué deseas?

 La relación Yo-Tú: Con este principio procuramos expresar la idea de que la verdadera comunicación incluye tanto al receptor como al emisor. Al preguntar ¿A quién le estás diciendo eso? se le obliga al sujeto a enfrentar su renuencia a enviar el mensaje directamente al receptor, al otro. De este modo suele solicitársele al paciente que mencione el nombre de la otra persona; que le haga preguntas directas ante cualquier duda o curiosidad; que le exprese su estado de ánimo o sus desacuerdo, etc. Se busca que tome conciencia de la diferencia que hay entre “hablarle a” su interlocutor y “hablar” delante de él. ¿En qué medida estás evitando tocarlo con tus palabras? ¿Cómo esta evitación fóbica para el contacto se expresa en tus gestos, en el tono de tu voz, en el rehuir su mirada?



Asumir la propiedad del lenguaje y la conducta, o sea, responsabilizarse de lo que se dice y/o se hace. Esto se vincula directamente con el lenguaje personal e impersonal. Es común que para referirnos a nuestro cuerpo, a nuestras acciones o emociones, utilicemos la 2º ó 3º persona. “Me causas pena” en lugar de “Yo siento pena”; “Mi cuerpo está tenso” en lugar de “Yo estoy tenso”, etc. Merced al simple recurso de convertir el lenguaje impersonal en personal aprendemos a identificar mejor la conducta y a asumir la responsabilidad por ella. Como consecuencia, es más probable que el individuo se vea más como un ser activo, que “hace cosas”, en lugar de creerse un sujeto pasivo, al que “le suceden cosas”. Las implicancias para la salud mental y para dejar atrás nuestras “neurosis” son obvias.




En Gestalt está prohibido decir “no puedo”; en su lugar se debe decir “no quiero”, esto es, ser asertivo. Ello debido a que muchas veces el sujeto se niega a actuar, a experimentar, a entrar en contacto, descalificándose antes de intentarlo siquiera. No se puede obligar a la persona a hacer algo que no desea, pero sí se le puede exigir responsabilidad, a asumir las consecuencias de su decisión evasiva, para lo cual un honesto “no quiero” es lo más adecuado. Del mismo modo, también deben evitarse o hacer que el paciente se de cuenta de sus “peros”, “por qués”, “no sé”, etc. Hay que recordar que en el ser humano el lenguaje es uno de los medios de evitación por excelencia: se puede hablar de todo y no entrar en contacto con nada, poner entre nosotros y la realidad una muralla de palabras.

Traducir las preguntas en afirmaciones; salvo cuando se trata de datos muy concretos. Preguntas como “¿Puedo ir al baño? ¿Me puedo cambiar de sitio? ¿Me puedo ir?”, etc., deben ser traducidas como “Quiero ir al baño; Me quiero cambiar de sitio; Me quiero ir”. Así, el preguntón asume su responsabilidad y las consecuencias de lo que afirma, en lugar de adoptar una postura pasiva y de proyectar su responsabilidad en el otro, a fin de que él le dé la autorización.














No hay comentarios:

Publicar un comentario